VIDEOS DE LOS ACTOS DEL CINCUENTENARIO

14 de Junio de 2.014

El acto comenzó con la celebración de la Santa Misa, oficiada por Jorge Molinero, seguida de unas palabras de nuestro pastor evangélico Emilio Aparicio.





A continuación nos trasladamos al vestíbulo del Instituto donde se descubrió una placa. Nos recibió la Directora, Dª Coral Báez y le agradeció Manuel Rincón. Nos acompañaron las profesoras doña Dolores Pisón matemáticas), doña Ramona Rey (griego), doña Pilar Gálvez (química) y doña Rosa María Muro (historia). También nos acompañó Manoli, la viuda de Antonio, el bedel de la Escuela Preparatoria. (de izqda. a dcha.)







Tras una visita al Instituto, Despacho de Dirección, Sala de Profesores, Capilla Museo Religioso, Aulas y Observatorio Astronómico, pasamos a la Sala de Música donde el antiguo alumno de la Promoción 1.968, Luis Ponce de León, Catedrático de piano del Conservatorio de Madrid, nos deleitó con sus interpretaciones, algunas de propia composición.






El aspecto de la Sala de Música llena de compañeros era inmejorable. Nos agradó muy especialmente contar con la presencia de un alumno de la 63, el padre Jaime Moreno Rexach S.J., quien ha regresado recientemente de su labor pastoral en diversos paises de Africa. 




Abrió el turno de intervenciones Manolo Rincón, quien hizo el ofrecimiento de unos detalles a las profesoras que nos acompañaron




Procedimos a continuación a la lectura de las cartas de algunos compañeros que por su lejana residencia no pudieron asistir al acto, como les hubiera agradado. Jorge Molinero leyó la correspondiente a Victor Martínez Martín.




Fr. Víctor Martínez Martín
9 Findlay Ave. Roseville.
NSW 2069. AUSTRALIA


Muy queridos compañeros de promoción del Ramiro,

            Es un verdadero placer aceptar la invitación de “Los del Ramiro” de mandar unas cuantas líneas para unirme a la celebración del día 14. ¡Que pena estar tan lejos y no poder dar un gran abrazo a tantos amigos!

            En primer lugar os deseo que paséis un día magnífico, lleno de emociones, añoranzas y también mucha esperanza. Que todo salga muy bien y lo paséis de miedo.

            Vicente, con gran sabiduría, pide una contribución breve a la fiesta. No es esta la ocasión de contar “batallitas”, entre otras cosas, porque no sabría si siquiera por donde empezar y menos resumir 50 años.

Lo que sí quiero compartir son mis reacciones desde el momento que empecé a recibir los mensajes de “Los del Ramiro”. El primero llegó –en un inglés casi perfecto- de Vicente: no me lo podía creer. Después llegó la foto de la clase 3 A y me dio un vuelco al corazón. No se si será lo mismo para todos vosotros pero para mí los años del Ramiro fueron definitivos. Allí maduró mi vocación a la arquitectura y tomé la decisión de seguir a Dios en el Opus Dei. En esa foto volví a revivir esos años y en esas caras vi tantos amigos y tanta influencia buena para mi vida. Me llenó el corazón  de gratitud. Y eso es lo que quiero decir ahora: muchas gracias a todos los que con sencilla amistad y corazón limpio me ayudaron, quizá sin saberlo, en esos años definitivos. Si nos encontráramos en cualquiera encrucijada de este mundo seguro que no nos reconoceríamos pero eso no disminuye este deber de gratitud.

En Australia hablamos de la tiranía de la distancia porque estamos muy lejos de todo. Pero hay un modo de superar esa tiranía. Sé que empezaréis vuestra celebración con la Santa Misa y ahí no hay distancia. El día 14 yo celebraré la Misa por vosotros y todos estaremos muy cerca.

Acabo renovando mis deseos de que tengáis un día muy feliz y dando la enhorabuena a “Los del Ramiro” que han trabajado con tanta generosidad para hacer posible ese día y para que los que no podamos estar presentes de alguna manera lo estemos.
 Víctor

A continuación, José Luis Cerdán leyó la carta que nos envió Tomás Duplá desde Bruselas




Llegué al Ramiro de rebote, procedente de otro colegio, debido a que a mis padres les habían hablado mucho y muy bien del instituto.

En el bachillerato era uno de los más pequeños de la clase, tanto en edad como en tamaño, gran desventaja en los recreos. Al ser mediopensionista, tuve el dudoso privilegio de frecuentar el comedor del colegio, cuya comida unas veces comía y otras hacía desaparecer del plato por medios tan eficaces como poco pulcros. Disfrutaba sin embargo del tiempo sin vigilancia entre el final de las clases de la mañana y el comienzo de las de la tarde. Nadie nos disputaba una canasta o una portería, sin que esta ventaja se tradujera en mejoras apreciables en mi habilidad deportiva. Salíamos por los descampados entre el colegio y Vitrubio, que recorríamos en busca de lagartijas para su estudio científico. Con la ayuda de estuches de puros vacíos y conocimientos rudimentarios de química, a veces intentábamos tomar la delantera en la incipiente carrera espacial entre Rusia y Estados Unidos, con más riesgo que fortuna. 

No fui un buen estudiante (distraído, ausente), pero creo el Ramiro me dio una sólida base de conocimiento, que me llegó para estudiar ICADE, terminar mis estudios en Derecho y doctorarme en Sociología en los Estados Unidos. Tengo un buen recuerdo de las clases de biología, de filosofía con el padre Mindán, de lengua y literatura española o de química. Y de las de inglés con la formidable Frau Stötter, creo. Un profesor de Lengua de segundo de bachillerato pervive en mi memoria por los capones con los que imponía el orden, que paradójicamente eran recibidos con gran hilaridad por toda la clase, incluídos los afectados. La aparente paradoja de la muy pública condición de camarero secreto de Su Santidad del padre Gabino era otro motivo de jolgorio.

Aunque los ejercicios espirituales me inspiraban terror, mi interés por la religión siempre ha sido deficitario y mi carrera fue corta: mi padre, que era muy devoto, consiguió meterme en periodo de prueba en la congregación del padre Cuéllar, que en breve y sabiamente decidió prescindir de mí. Mi hermano Antonio sí que participó activamente en la del padre Granda, de quien guarda numerosos y pintorescos recuerdos. 

Las clases de gimnasia militarizada por las mañanas, el obligado saludo a la estatua de Franco y la FEN lograron inspirar en mí lo contrario de lo que pretendían y el amor a la libertad y la democracia han sido una constante en mi vida.

A pesar de los años me acuerdo bien de mis compañeros de clase, de recreo, de deportes y de excursiones, las de  Villaviciosa de Odón, los Toros de Guisando, Salamanca, Granada y sobre todo Roma.

El Ramiro me dio la base para construir una vida en la que he pasado seis años en Estados Unidos, tres en Oriente Medio y veintidós en Bruselas y he sido sido abogado laboralista, profesor de sociología en una universidad en Estados Unidos, sociólogo y diplomático europeo, representando y defendiendo los intereses, principios y valores de la Unión Europea por toda Europa, Oriente Medio y el continente americano durante veinticinco años.

Las listas de los convocados y sus logros, someramente reflejados a continuación del nombre de cada uno, dan legítimos motivos de orgullo a esta celebración y en ese espíritu me uno a vosotros desde la distancia. 

Termino agradeciendo vivamente a “los del Ramiro”, es decir, Acosta, Cerdán (mi antiguo compañero de pupitre), Ramos, Rincón y Schleicher, sus esfuerzos para mantener vivo lo que nos une.

Tomás Duplá 



Siguió Paco Acosta con la lectura de la carta de José Francisco Guijarro desde Honduras



Queridos compañeros:

Mirando hacia atrás, y no precisamente con ira, en este medio siglo que nos ha separado hasta volver a reunirnos ―un poco más de los cincuenta a mí, que me fui al Seminario al acabar la reválida de cuarto―, lo que más admiro y agradezco de lo que aprendimos en el Ramiro, porque lo empapamos del increíble ambiente en el que estábamos, y sin que nadie nos lo enseñara en el programa de ninguna asignatura, fue aquella convivencia del compañerismo, que hizo que estuviéramos juntos, codo con codo ―empezábamos a ser más anchos que las mesas con cajonera, en un inexorable orden alfabético de apellidos―, sin meternos ninguno en la vida de los demás, respetándonos por ser compañeros, y teniendo que esperar cincuenta años, en tantos casos, para enterarnos de las profundas diferencias de origen ―político, económico, social... ― que había entre unos y otros, y que en nuestro día a día nunca llegaron a trascender. Si acaso, las consabidas caras largas de lunes, según la víspera hubiera perdido más o menos estrepitosamente el Madrid o el Atleti (por “exigencias del guión” escribo antes de Lisboa).
Y aquellas aguas de entonces afloran cincuenta años más tarde.
Cuando ―gracias a vuestra ayuda― estuve con algunos de vosotros en Madrid en enero del año pasado, os conté la historia de mi tatarabuelo el negrero (contadla, por favor, alguno de los que estuvisteis presentes, que, si ahora lo hago yo, me salgo del folio), pero escarbando en las hemerotecas por un trabajo que me tocó hacer hace años, me encontré que uno de vuestros abuelos fue ministro con Alfonso XIII, y leí furibundos artículos de periódico de otro conocido familiar en plena efervescencia de los tiempos del Frente Popular. También me encontré en el Diario de Sesiones de las Cortes de la República la mano moderadora de otro ―para entonces anónimo entre nosotros― a quien tanto le debe España, y nosotros sin saberlo.
Abuso de la pobre corrupción política de la España de entonces ―juego de niños en comparación con la de ahora―, venía a recogerme a la salida de clase de la Prepa un Vanguard Standar negro, con su flamante matrícula, aparcado en Serrano en doble fila, coche oficial de mi abuelo, que, habiendo sido insigne republicano de los de Alcalá Zamora, con Franco (que para aquel entonces también había sido republicano), fue Director General de un Ministerio, y después de las seis de la tarde íbamos a recogerle a su despacho para ir los dos juntos a casa, abuelo y nieto.
Nosotros convivíamos en paz, sin diferencia ni distinción: éramos compañeros ―ni más, ni menos―, y aún sentimos el orgullo de seguirlo siendo.
Si todos desempolváramos nuestras respectivas historias ―las que se puedan desmpolvar, que no serán todas, desde luego, y alguna más que conozco sé que me la debo callar―, darían para guión de una serie de televisión que bien se podría llamar “¿Pasó como me lo cuentas?” porque, con la que ha caído después, hasta a mí me cuesta, ahora, creer que fue verdad.
Y, sin embargo, lo fue.
José Francisco Guijarro.

La última lectura correspondió a Rafael García-Fojeda, quien nos transmitió el sentir de Julián Barquín desde México.


Queridos compañeros del Ramiro:

Vayan estas palabras precedidas de un saludo fraternal y un agradecimiento a los organizadores entusiasta que han hecho posible este reencuentro.

Yo vivo en otro país, en México concretamente, pero siento que seguimos siendo compañeros pues tenemos un repertorio común por lo que vivimos en aquellos años apenas distantes de la Guerra Civil y del final de la Segunda Guerra Mundial. ¡Nos conocimos hace sesenta años!

Al revisar las fotos disponibles en nuestro blog y los textos aportados por algunos compañeros, han revivido en mi memoria las imágenes de nosotros, como éramos entonces, y pienso que aunque vimos la misma película con los mismos protagonistas y los mismos escenarios cada uno la interpretó de manera distinta.

En mi caso personal, la llegada al Ramiro fue bastante impactante al punto que, desde entonces, mis recuerdos se avivan extraordinariamente en relación a los años previos.
El caso es que esos años previos a 1954 los pasé en México pues ahí es donde había nacido.

Quizá el choque cultural que viví a tan tierna edad, aunado a cierta timidez y a mis escasas dotes como estudiante (así lo atestiguan mis calificaciones), me llevaron a experimentar aquellas tempranas vivencias de manera distinta a la de muchos de vosotros aunque, paradójicamente, tengamos los mismos recuerdos considerados objetivamente.

En algún lugar de nuestro blog leí que el Ramiro era considerado entonces, hasta cierto punto, modelo de modernidad educativa, de algún modo heredero de la Institución Libre de Enseñanza. Claro que eso de la modernidad era dentro de un orden como luego diría el mantra franquista repetido hasta la saciedad. Porque lo de libre tal vez existiera más en el fondo que en la forma.

El caso es que a mi me impresionaban tremendamente muchos de aquellos rituales político-religioso-educativos. La tabla de gimnasia en el campo de fútbol, el desfile a redoble de tambor ante la estatua icónica del dictador, haciendo el saludo romano y pronunciando el inolvidable ¡vista a la derecha, viva Franco, arriba España!; las marchas militares que nos propinaban desde los altavoces durante el recreo...la imagen de D. Antonio con su megáfono de latón, su reloj-cronómetro y su estridente silbato...el padre Granda vociferando desde el altar porque el monaguillo de turno se había atrasado en alguna de sus funciones...

Todo aquello me impresionaba y confieso que hasta me atemorizaba aunque ahora lo recuerde con profundo cariño. Con el mismo cariño que recuerdo la cantina de Pedro donde me podía comer un polvorón (preferido por las personas inteligentes, rezaba el envoltorio) y beberme un vaso de gaseosa, todo ello por una peseta, mientras me calentaba las manos en las tuberías de la calefacción que atravesaban el local. O el juego de frontón detrás de los comedores, o comprarle un bisonte al Pipe e ir a fumarlo a la bandera, en aquella esquina, durante los recreos...o Chupito purgando los radiadores cuando arreciaba el invierno.

Si, es nostalgia pura, pero, si no es ahora y con vosotros ¿cuándo y con quién la compartiré?

Pensad que llevo viviendo en México desde que terminé Económicas (no hay nadie perfecto) y que no he tenido con quién compartir todas esas vivencias que forman parte de nuestras vidas. Ahora lo hago por escrito y ojalá pronto lo pueda hacer en persona con, al menos, algunos de vosotros.

Tan sólo me queda recordar con emoción a los que ya se han ido; también me atrevo a exhortaros a que participéis en este gran logro que son nuestros blogs y agradecer y felicitar por ello a los organizadores de este evento por su esfuerzo y desinteresada participación. Todos sabemos quiénes son (¡aplausos!).

Por el momento os mando un abrazo fraternal.

Julián Barquín Liaño


Pasamos posteriormente a un turno abierto de participaciones, comentarios y anécdotas que dió cabida a muchos de nosotros, especialmente a doña Ramona Rey y a doña Dolores Pisón, Los participantes fueron:

Kurt Schleicher




Juan Miguel Ortiz Blasco




Pablo de Bergia




Emilio Sánchez Direitinho y Kurt




Fernando Piernavieja 



Gonzalo Sánchez del Cura 




Nicolás Pérez-Serrano Jáuregui




Dª Dolores Pisón



Dª Ramona Rey





A continuación, Dª Coral Báez cerró formalmente el acto, 




pasando a continuación todos los asistentes al vestíbulo del Instituto donde se instaló un catering para departir entre todos mientras tomábamos un lunch.



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