sábado, 21 de mayo de 2016

ANTONIO MAGARIÑOS

...por Juan Manuel Magariños Ramón   


Hace medio siglo de aquel día. Estaba fuera, me localizaron, recorrí media Europa y lo encontré muerto. Nunca he llorado así.
Hace cincuenta años. Él vivió pocos más. Somos una familia de muerte fácil. Sólo dos hermanos de los siete que éramos, hemos llegado a los setenta años. Ninguno de nosotros conoció a sus abuelos, ni ninguno de sus nietos le conoció a él.


Antonio Magariños fue un profundo creyente, pero su ética era laica; él insistía en ello, quizá, entre otras razones, para distanciarse de aquel negro nacional-catolicismo, de tantos curas que, en expresión suya, no creían en dios.
Releyendo lo que hay escrito sobre su memoria en internet, entre una mayoría de cosas ciertas y halagadoras, aún pesan una serie de afirmaciones espúreas. Lo peor de todo parte del intento de apropiarse de su figura por una fundación llamada Francisco Franco. En su página Webb se afirma que Antonio Magariños militó en una FET y en unas JONS, lo que es absolutamente falso; como también lo es que estuviera en la cárcel y que en ella hubiera conocido a líderes de la ultraderecha como R. Ledesma y R. de Maeztu.  Así mismo es falsa  la afirmación de que viajó por diversos países latinoamericanos divulgando pedagogía alguna.
Lo que sí es verdad es que estuvo en 1940 en Alemania con una delegación del Ministerio de Educación Nacional, lo que ha dado pie a interpretaciones mal intencionadas.
Una de las razones de que lo enviaran en esa comisión oficial, pudo ser el hecho de que era uno de los catedráticos más jóvenes y brillantes del país. También estaba su conocimiento del alemán, que aprendió por su cuenta porque era la lengua de la mejor bibliografía sobre los clásicos griegos y latinos y en la que escribió Goethe su Fausto y Hölderlin sus poemas, por los que tanta debilidad sentía. Por último, quizá lo enviaran porque pensaban que tenía “que hacerse perdonar” su pasado reciente en el Instituto Escuela. De hecho, los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza estuvieron siempre presentes en él, incluso años después, al enviar a sus dos hijas y un hijo al colegio Estudio,  heredero de la tradición institucionista.
Se conserva todavía un pequeño cuaderno, una especie de diario íntimo, que escribió durante esa estancia en Alemania para su entonces novia, Pilar Ramón, la que después fue la madre de sus siete hijos. En dicho diario, entre múltiples declaraciones de amor, hay juicios muy duros sobre la Alemania nazi y su política educativa. En él describe, literalmente:
“…Una noche odiosa e infernal pasada entre borrachos: los directivos de la enseñanza del Partido… ¡Qué asco!... es un pueblo bárbaro o por lo menos, el partido que lo dirige. En tales manos se haya la educación en Alemania…”
Recuerdo cómo hablaba sobre lo que supuso la victoria franquista, que le hizo plantearse qué podía hacer él para ayudar a la parte más viva y con más capacidad  de cambio de aquella sociedad, los jóvenes. Y a ello dedicó su vida, incluso renunciando a un futuro de investigador ya iniciado.


Es bastante asombroso que se conserve viva la memoria de alguien muerto hace cincuenta años, cuando las razones de su persistencia no son ni actos heroicos, ni espectaculares famas literarias, artísticas, deportivas o similares, sino a una labor delicada, cotidiana e interpersonal. Una memoria a la vez frágil y sólida, como el propio Antonio Magariños. Un hombre que huyó siempre de toda clase de glorias, fastos y oropeles y de quien estoy orgulloso de ser hijo.

1 comentario:

  1. ACLARACIÓN.

    Hay un punto en esa emocionante glosa que hace un hijo de su padre, D. Antonio, en el que no puedo estar de acuerdo de ninguna manera. Ramiro de Maeztu jamás fue un líder de la extrema derecha. Su pensamiento fue evolucionando desde posiciones avanzadas a posiciones conservadoras. Fue democráticamente elegido diputado dentro de un partido legal. Era un intelectual no violento, en nada comparable con Ramiro Ledesma y nunca fue un líder de extrema derecha. Fue fusilado sin ningún tipo de juicio ni acusación. Siento disidir totalmente con tal afirmación.

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