viernes, 12 de abril de 2013

 
 

 
NUESTRA PRIMERA "GRAN FINAL"

Cuando Juan Miguel Ortiz Blasco nos remitió esta fotografía, me quedé con las ganas de contaros esa experiencia que vivimos siendo todavía juveniles de segundo año. Fué al límite de la temporada 63-64 y nuestra presencia en la fase final del Campeonato de España Juvenil en Zaragoza coincidió con el viaje fin de curso a Roma, por lo que los amigos que estais en esta foto, que no formábais parte del equipo, vinísteis a vernos jugar la final. Os lo agradecemos mucho.

Gracias a: Rafa Tirado, Jesús Marciel, Nacho Salcedo, José Manuel Bretón Dellmans, José Angel Gárate (Delegado), Angel Rodríguez del Coso y Gonzalo Sánchez del Cura. En la foto estamos, además, Javierote Magariños, Miguel Angel Bufalá, Lalo (o es Toñi) Prieto, Emilio Segura, Aito García Reneses, Juan Antonio Rosas, José Ignacio Frade y yo. No figura en la foto, pero el entrenador era Paco Hernández. Y también formaban parte del equipo Rafael Rebollo y Miguel Ibáñez.

 

 
 

En esta otra estamos Javier González Juliá, Ignacio Casas, Juan Rosas, Paco Acosta y Nicolás Pérez-Serrano Jáuregui. Yo soy el que está agachado.

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Como los estudiosos en la materia saben, a pocos segundos del final del partido perdíamos por un punto y los jugadores del Real Madrid, nuestros oponentes en esa final, lanzaban sus chandals al aire en señal de alegría por creer que habían ganado la final. Pero ahí apareció Emilio Segura, quien con sus fantásticas capacidades atléticas le robó un balón al contrario tirándose en plancha y quitándosela de las manos. Se fué a canasta metió dos puntos y ganamos la final por uno de diferencia. La alegría pasó a tornarse de blanca a azul intensa y aquello dío lugar a formidables escenas post-victoria de una final. Esa alegría se prolongó para algunos miembros del equipo, que fuimos posteriormente, al llegar a Madrid, invitados a formar parte del equipo de 1ª división y disputar nuestra primera Copa del Generalísimo con los mayores ese mismo verano.

Pero hay algunas anécdotas extradeportivas de este partido que me gustaría relataros. Yo me encontraba el día anterior con fiebre y Paco Hernández me mandó a la cama, me cubrió con dos mantas, me dispensó del entrenamiento y me ordenó que me pusiera un supositorio antipirético que me proporcionó el delegado. El actualmente prestigioso Doctor Bufalá, a la sazón ya muy enfocado vocacionalmente, fué por mi requerido para que me ayudase a ponerme el supositorio, a lo que se negó rotundamente aduciendo que no quería ser responsable de una habituación no muy bien vista en aquellos tiempos.

La cuestión es que al día siguiente remitió la fiebre y pude formar parte de aquel nuestro primer gran éxito deportivo. Pero Aito hubo de sufrir mis emociones finales, ya os anticipé que fueron desatadas, y a veces ambos recordamos mi hasta entonces desconocida licantropía. Y ocurrió que cuando todos nos abrazábamos en el campo festejando la victoria, Aito recibió un bocado en el cuello que le dejó marcados mis dientes; tal fue mi emoción, mi alegría, y pérdida de control al final de aquel partido. La marca le duró sólo poco tiempo, pero el recuerdo de aquella final y sus anécdotas no se nos han borrado a ninguno de nosotros.

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